Nutrición Cuántica

Alimentación y emociones: una pareja con un estrecho vinculo

Los 2 protagonistas del artículo de hoy: alimentación y emociones, establecen una relación bidireccional es decir, lo que comemos incide sobre la forma en que nos sentimos y nuestro estado de ánimo incide sobre la elección de los alimentos que consumimos.

alimentación y emociones
Los estados de animo influyen en la elección de ciertos alimentos

Si tomamos conciencia de esto podremos darnos cuenta del comportamiento que asumimos sobre la comida cada vez que nos sentimos tristes, preocupados, molestos, nerviosos, eufóricos y a su vez cuando ingerimos determinados alimentos que sensaciones percibimos, si nos sentimos con menos energía, con sueño, irritables, ligeros y felices, con ánimo, etc.

La comida no solamente nos permite nutrirnos sino también es una forma de disfrute, de placer, de relax, de compartir e inclusive viene valorizada como una forma de arte.

Cuando nosotros establecemos una buena relación con los alimentos, nos sentimos plenos y tranquilos, felices, porque sabemos que estamos brindándole a nuestro organismo todo lo que necesita para estar en buen estado. El problema comienza cuando se generan conflictos que nos hacen perder la atención de lo que comemos.

Cuando instauramos una relacion sana con los alimentos, nos sentimos felices

Basándonos en el funcionamiento fisiológico de nuestro cerebro, el acto de comer activa ciertas áreas de este órgano que están vinculadas con el placer o la aversión. Cuando estamos bajo la influencia de emociones fuertes, la elección de los alimentos se verá orientada hacia los hidratos de carbono y grasas que representan esas áreas del cerebro reconocidas como “áreas recompensa “y todo esto tiene que ver con la activación de ciertos neurotransmisores.

Por lo tanto, resulta evidente establecer una diferencia entre el hambre que surge de manera natural para cubrir nuestras necesidades energéticas y el hambre que busca el alimento como solución a un problema emocional.

¿Cómo influyen las emociones en la elección de los alimentos?

Cuando tenemos alguna situación que nos causa una emoción recurrente y no sabemos cómo controlarla, buscamos en el alimento el poder de reconfortarnos y de calmar o llenar esa sensación de vacío que sentimos.

Por lo general nos consolamos y celebramos tomando en cuenta el mismo tipo de alimento y esto también tiene que ver con lo que hemos aprendido a lo largo del tiempo ya que hemos categorizado la comida para premiar o castigar, esta es una información que nos hace conectar con nuestro pasado porque de echo existe un historial emocional lleno de recuerdos que nos hacen elegir una comida en base a épocas o momentos felices.

Esta es la clásica comida con la cual celebramos y nos premiamos

Analicemos un poco algunas emociones claves y la forma en la que determinan la elección de cierto tipo de comida.

Cuando se vive una situación de estrés o cuando se va de prisa lo más probable es que se busque una solución rápida para comer, es común resolver con un emparedado, una ensalada o algún platillo de fast food. La actitud cambia cuando la emoción que nos invade es la tristeza, en este caso podrá existir un rechazo por la comida o surgirán problemas digestivos tras la ingestión forzada de los alimentos.

Si nos sentimos con mucha ansiedad podremos recurrir a alimentos que nos calmen como por ejemplo el chocolate, plátano o nueces que son ricos en triptófano, un aminoácido que estimula la liberación de serotonina y por lo tanto nos brindan una sensación de calma y bienestar.

Cuando predomina el aburrimiento la tendencia será la de comer o picar constantemente alimentos dulces como galletas, caramelos, chocolate o cualquier snack apetecible.

Cuando hay aburrimiento se buscan comidas densas en calorías

Dicho esto, queda claro como el estado emocional modula la conducta hacia la elección de ciertos alimentos. Ahora veamos que sucede en el caso contrario.

¿Cómo influyen los alimentos sobre nuestras emociones?

En paralelo vamos a analizar el caso contrario, una vez que ingerimos ciertos alimentos, que efecto causan en nosotros en términos de emociones y bienestar.

La combinación de ciertos nutrientes y la manera en la que interactúan en nuestro organismo puede causar tanto un impacto positivo como negativo sobre nuestra salud.

Si abusamos en el consumo de algún tipo de nutriente también puede verse alterado nuestro equilibrio emocional. Les citare algunos ejemplos:

Cuando nos excedemos en el consumo de proteínas nuestra tendencia será la de tener pensamientos obsesivos y descontrolados

Pensamientos obsesivos

En el caso en que seamos más propensos al consumo de azúcar, será frecuente la perdida de concentración, así como los estados de ánimo alterados impulsados primeramente por la euforia hasta decaer en estados depresivos. En esta categoría de alimentos quiero incluir no solo el azúcar blanco, moreno, miel sino también edulcorantes de síntesis química: sorbitol, sacarina y aspartamo.

Los edulcorantes tienen incidencia sobre nuestro sistema nervioso y en la calidad emocional, son muy acidificantes de manera que para ser metabolizados necesitamos gastar minerales, vitaminas y los nutrientes de nuestro tejido.

Cuando comemos una comida muy densa en calorías inevitablemente sentimos que nuestra digestión resulta ser más pesada, se ralentiza y sentimos sueño, falta de energía, a veces inclusive nos culpamos cuando nos damos cuenta que no fue nuestra mejor elección y si contrariamente comemos un plato saludable y nutritivo nos vamos a dar cuenta que potenciaremos nuestra energía y vitalidad. Así funciona este sistema.

Consecuencias de un desequilibrio emocional y alimenticio

Todo desequilibrio tiene origen en nuestro cuerpo energético, tanto es así que como hemos visto las emociones inciden profundamente en la conducta alimenticia. Es probable que exista alguna debilidad o bloqueo del flujo de energía a nivel de nuestro primer chakra que se relaciona con el instinto de supervivencia y nuestras necesidades básicas donde se incluye el alimento y también la seguridad personal.

Cuando ya es evidente que nuestra alimentación no responde a nuestras necesidades fisiológicas, sino que se utiliza para cubrir algún malestar emocional, podremos incurrir a diversas situaciones que agravaran nuestra salud.

Al tener una aumentada ingesta de calorías la primera consecuencia será el sobrepeso que puede llegar a convertirse en obesidad y arrastrar una serie de problemáticas que afectaran distintos órganos.

Una de las consecuencias es el sobrepeso

La salud psicológica se verá comprometida porque no seremos capaces de escuchar y enfrentar las emociones por lo tanto estaremos sumergidos en una problemática permanente.

En caso muy graves se puede llegar a desórdenes alimenticios graves como anorexia o bulímica que requerirán tratamiento psicológico y nutricional.

Recomendaciones para reestablecer una relación sana entre la alimentación y las emociones

Es importante identificar las emociones que nos perturban, no escapar de ellas sino afrontarlas. Puede ayudar exteriorizarlas a través de la escritura o la palabra, y trabajar para superar ese malestar. A veces se trata de apegos, falta de perdón, ciclos de vida sin concluir, perdidas que nos han marcado y si no puedes solo, busca un terapeuta que te asesore.

Si tienes un problema de hambre emocional no te quedes sin hacer nada, pensar y comer no te ayudara a evolucionar. Busca actividades para descargar esas emociones, ejercicios, meditación, yoga, hobbies.

También recomiendo el trabajo en conjunto de un terapeuta con un nutricionista.

Orientación nutricional con un especialista

Queriendo darle un cierre a este articulo simplemente los invito a que tomen conciencia de sus emociones, no las repriman, vívanlas y entiendan que cada una de ella merece atención y cuidado, el alimento no es la solución a tus problemas, ve más allá y reencuéntrate contigo mismo, con tu pasado, tus experiencias y tu presente y confía en que todo es más sencillo de lo que parece, se puede sanar y avanzar si tu te lo propones.

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Marghy
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